Entrevista a Joel Martínez
Entrevista a Joel Martínez:
Freelance, Trombonista en CCL, solista del ensemble de la Simón Bolívar.
"Recientemente he tenido el placer de conocer a Joel personalmente. Excelente músico, y excepcional persona y a los pocos minutos de conversación supe que Joel debía ser entrevistado para RET, entrevista para la cual se ofreció encantado. MÚSICO, con todas las letras y en mayúsculas es la manera adecuada de referirnos a Joel que se ha prestado a ofrecernos sus experiencias en las siguientes líneas:"
¿Cuándo comenzaste tu andadura con el trombón? ¿Qué profesores han sido fundamentales en tu recorrido trombonístico?
Primero que nada gracias por interesarte en saber sobre mi carrera y mis opiniones Rafa, por tus buenos comentarios y la buena onda en persona, también gracias a quienes leen este articulo ahora.
Comencé a estudiar música digamos que por carambola porque mi pasión hasta los trece años era el baseball, hay músicos en la familia de mi madre en los andes venezolanos - estado Trujillo- así que era natural oir serenatas y tertulias musicales en las vacaciones y mi padre además era un melómano que oía desde Ismael Rivera y Rubén Blades hasta música clásica, (por cierto Serrat forma parte de mi historia porque era de sus favoritos). Así que en casa o en los viajes siempre hubo muchísima buena música; a los trece años me enamoré de la música y me olvidé del baseball ¡jajaja!.
Mi padre compró una guitarra para estudiar juntos y comencé a pasar mucho tiempo tocando, pocos meses después participé en mis primeros recitales tocando piezas de Antonio Lauro, Rodrigo Riera y otros grandes compositores venezolanos. Cada vez que iba a la escuela de música veía llegar a los muchachos de la orquesta porque allí funcionaba un núcleo de “El Sistema” del maestro José Antonio Abreu y algunas veces escuchaba los ensayos, como cosas del destino además unos compañeros de la secundaria eran miembros de dicha orquesta así que fue bastante natural conocer gente bastante rápido e integrarme. Audicioné y me asignaron un cello por que sabían que tocaba la guitarra pero yo estaba muy interesado en el saxofón, era el ícono del programa de jazz de los domingos y de muchos de los discos de mi padre así que tenía ese sonido en mi cabeza, en la escuela no tenían saxo y lo más cercano era el trombón así que no tardé en cambiarme y allí comenzó todo mi viaje.
Los compañeros que ya tocaban en la escuela y sabían bastantes cosas sobre el instrumento me enseñaban en especial Carlos Eloy Alfonzo quien ha formado muchos jóvenes allá en Guarenas, a media hora de nuestra capital Caracas. Tuve clases también con los maestros Edgar Escalona y Carmelo Medina y en unos pocos meses me fui a estudiar con el maestro Duvardo Echarry -trombón bajo de la Sinfónica Simón Bolívar- un excelente músico y una persona clave en mi vida, quien me enseñó las cosas más vitales sobre el trombón y además me enseñó la importancia de ser mejor persona, no solo con palabras sino con su ejemplo. Otro profesor clave para mi fue Domingo Pagliuca quien me dió clases en la universidad, también tuve la dicha de poder tomar masterclass y talleres especiales con muchos maestros a los que recuerdo con cariño como Antoine Duhamel, Luis Collyns, Sean Flanigan, Bruno Flahou, Inda Bonet, Jacques Mauger, Scott Hartman, Ben Van Dijk, Stefan Schulz, Olaff Ott, Jay Friedman, Jaime Morales, Carlos Isturiz, Jairo Hernández, Pedro Carrero, Miguel Sánchez, etc.
Recientemente grabaste un CD donde participas como solista tocando Piano, Trompeta Baja y por supuesto el Trombón llamado “Mirando de lejos”, ¿qué puedes contarnos sobre él, por qué está titulado así, qué supone para tí la producción de este CD?
El disco surge como una necesidad de documentar la música que estaba componiendo y practicando desde hace años, de hecho la primera pieza que hice cuando tenía cerca de 15 o 16 años se llama “Mirando de Lejos” y le da el título al álbum por que además es para mi una filosofía de vida: la vigilia constante, ver siempre las situaciones y asuntos desde lejos y verme a mi mismo también así, además me gustan mucho los miradores, allí siento mucha paz, en especial el de Valle Arriba en Caracas donde voy desde que era niño y con amor observo mi ciudad y su belleza.
Además de mi música grabé “Bebê” un tema que me encanta de Hermeto Pascoal, un genio del Brasil, “Jinrikisha” de Joe Henderson, saxofonista estadounidense que es uno de mis compositores y músicos favoritos, “Cota 880” de Gerardo Lugo pianista colombiano radicado en Venezuela desde hace muchos años, gran músico y gran amigo.
En lo que se refiere a los instrumentos grabé cuatro temas con mi viejo King modelo Jiggs Whigham, dos con mi amada trompeta baja Getzen, dos con el Piano y un par de solos con la melódica, todo tiene un propósito netamente musical: el trombón es mi instrumento por excelencia, es muy noble y tiene cualidades únicas, la trompeta baja por ejemplo me permite inflexiones, colores y fraseos diferentes, el piano también además de ser mi herramienta preferida para la composición. Fué un gran reto y un disfrute enorme verlo realizado, suena en tu cabeza, lo imaginas, lo practicas pero cuando juntas los elementos y escuchas el resultado es una gran felicidad, es tuyo.
El disco fue una aventura y un gran aprendizaje porque comencé con mis ideas musicales y mis ganas de tocar y terminé haciendo de todo para hacerlo posible, desde hacer una gran logística de convocatoria para lograr las pautas de grabación hasta conseguir presupuestos, vigilar la post-producción, diseños, derechos legales, etc. En fin hay mil cosas que no son “La Música” para lograr un álbum y eso sólo se aprende en el camino pero gracias a ese proceso me adentré mucho con la producción musical y me enseñó a valorar más todo lo que está detrás del resultado, a tener más paciencia con las fases y pasos, a ser más organizado para el trabajo, etc.Pude contar con un equipo fabuloso de músicos y eso no tiene precio, todos grandes amigos y casi familia, más allá de su talento ellos pusieron amor allí y eso lo agradeceré por siempre al igual que el apoyo de mi familia -en especial mi madre por sostenerme siempre con su amor y mis dos pequeños bebés Mirela y Daniel por traer tanta luz a mi vida-.
Has formado parte de una de las orquestas sinfónicas con más renombre a nivel mundial, hablamos por supuesto de la Simón Bolívar. ¿Qué nos puedes contar sobre tu paso por dicha orquesta? ¿Qué significa para tí la orquesta venezolana?
La oportunidad de haber formado parte de esa generación de músicos formados en “El Sistema” y especialmente con cercanía al maestro José Antonio Abreu no tiene precio, toda la experiencia y aprendizaje obtenido allí son pilares para la formación de una disciplina musical que se queda para siempre en el subconsciente y que nos susurra siempre al oído “Tocar y Luchar”. El sistema fue un milagro y el maestro José Antonio un ángel, su aporte a nuestro país y al mundo es invaluable, por siempre GRACIAS MAESTRO.
En el año 2003 hicieron una selección a nivel nacional para el Ensamble de Metales de Venezuela y allí estaba yo -gracias a Dios-. Ese mismo año hicieron las audiciones para la orquesta y por fortuna entré también; fue una gran oportunidad para mi -tanto profesional como personal- porque la orquesta estaba en pleno crecimiento y desarrollo, era un proyecto fabuloso y teníamos maestros nacionales e internacionales de alto nivel así que o subías de nivel o subías, no había alternativa ni tiempo de dudar. Además era divertido porque éramos todos muy jóvenes y muchos veníamos de ser compañeros en la Orquesta Juvenil de Caracas, en orquestas regionales o en la Orquesta Nacional Infantil, de modo que la pasábamos bien mientras aprendíamos y afrontábamos retos cada vez mayores.
Los compañeros que ya tocaban en la escuela y sabían bastantes cosas sobre el instrumento me enseñaban en especial Carlos Eloy Alfonzo quien ha formado muchos jóvenes allá en Guarenas, a media hora de nuestra capital Caracas. Tuve clases también con los maestros Edgar Escalona y Carmelo Medina y en unos pocos meses me fui a estudiar con el maestro Duvardo Echarry -trombón bajo de la Sinfónica Simón Bolívar- un excelente músico y una persona clave en mi vida, quien me enseñó las cosas más vitales sobre el trombón y además me enseñó la importancia de ser mejor persona, no solo con palabras sino con su ejemplo. Otro profesor clave para mi fue Domingo Pagliuca quien me dió clases en la universidad, también tuve la dicha de poder tomar masterclass y talleres especiales con muchos maestros a los que recuerdo con cariño como Antoine Duhamel, Luis Collyns, Sean Flanigan, Bruno Flahou, Inda Bonet, Jacques Mauger, Scott Hartman, Ben Van Dijk, Stefan Schulz, Olaff Ott, Jay Friedman, Jaime Morales, Carlos Isturiz, Jairo Hernández, Pedro Carrero, Miguel Sánchez, etc.
Recientemente grabaste un CD donde participas como solista tocando Piano, Trompeta Baja y por supuesto el Trombón llamado “Mirando de lejos”, ¿qué puedes contarnos sobre él, por qué está titulado así, qué supone para tí la producción de este CD?
El disco surge como una necesidad de documentar la música que estaba componiendo y practicando desde hace años, de hecho la primera pieza que hice cuando tenía cerca de 15 o 16 años se llama “Mirando de Lejos” y le da el título al álbum por que además es para mi una filosofía de vida: la vigilia constante, ver siempre las situaciones y asuntos desde lejos y verme a mi mismo también así, además me gustan mucho los miradores, allí siento mucha paz, en especial el de Valle Arriba en Caracas donde voy desde que era niño y con amor observo mi ciudad y su belleza.
Además de mi música grabé “Bebê” un tema que me encanta de Hermeto Pascoal, un genio del Brasil, “Jinrikisha” de Joe Henderson, saxofonista estadounidense que es uno de mis compositores y músicos favoritos, “Cota 880” de Gerardo Lugo pianista colombiano radicado en Venezuela desde hace muchos años, gran músico y gran amigo.
En lo que se refiere a los instrumentos grabé cuatro temas con mi viejo King modelo Jiggs Whigham, dos con mi amada trompeta baja Getzen, dos con el Piano y un par de solos con la melódica, todo tiene un propósito netamente musical: el trombón es mi instrumento por excelencia, es muy noble y tiene cualidades únicas, la trompeta baja por ejemplo me permite inflexiones, colores y fraseos diferentes, el piano también además de ser mi herramienta preferida para la composición. Fué un gran reto y un disfrute enorme verlo realizado, suena en tu cabeza, lo imaginas, lo practicas pero cuando juntas los elementos y escuchas el resultado es una gran felicidad, es tuyo.
El disco fue una aventura y un gran aprendizaje porque comencé con mis ideas musicales y mis ganas de tocar y terminé haciendo de todo para hacerlo posible, desde hacer una gran logística de convocatoria para lograr las pautas de grabación hasta conseguir presupuestos, vigilar la post-producción, diseños, derechos legales, etc. En fin hay mil cosas que no son “La Música” para lograr un álbum y eso sólo se aprende en el camino pero gracias a ese proceso me adentré mucho con la producción musical y me enseñó a valorar más todo lo que está detrás del resultado, a tener más paciencia con las fases y pasos, a ser más organizado para el trabajo, etc.Pude contar con un equipo fabuloso de músicos y eso no tiene precio, todos grandes amigos y casi familia, más allá de su talento ellos pusieron amor allí y eso lo agradeceré por siempre al igual que el apoyo de mi familia -en especial mi madre por sostenerme siempre con su amor y mis dos pequeños bebés Mirela y Daniel por traer tanta luz a mi vida-.
Has formado parte de una de las orquestas sinfónicas con más renombre a nivel mundial, hablamos por supuesto de la Simón Bolívar. ¿Qué nos puedes contar sobre tu paso por dicha orquesta? ¿Qué significa para tí la orquesta venezolana?
La oportunidad de haber formado parte de esa generación de músicos formados en “El Sistema” y especialmente con cercanía al maestro José Antonio Abreu no tiene precio, toda la experiencia y aprendizaje obtenido allí son pilares para la formación de una disciplina musical que se queda para siempre en el subconsciente y que nos susurra siempre al oído “Tocar y Luchar”. El sistema fue un milagro y el maestro José Antonio un ángel, su aporte a nuestro país y al mundo es invaluable, por siempre GRACIAS MAESTRO.
En el año 2003 hicieron una selección a nivel nacional para el Ensamble de Metales de Venezuela y allí estaba yo -gracias a Dios-. Ese mismo año hicieron las audiciones para la orquesta y por fortuna entré también; fue una gran oportunidad para mi -tanto profesional como personal- porque la orquesta estaba en pleno crecimiento y desarrollo, era un proyecto fabuloso y teníamos maestros nacionales e internacionales de alto nivel así que o subías de nivel o subías, no había alternativa ni tiempo de dudar. Además era divertido porque éramos todos muy jóvenes y muchos veníamos de ser compañeros en la Orquesta Juvenil de Caracas, en orquestas regionales o en la Orquesta Nacional Infantil, de modo que la pasábamos bien mientras aprendíamos y afrontábamos retos cada vez mayores.
En el 2004 Gustavo Dudamel -nuestro director- ganó el concurso de Dirección Gustav Mahler en Alemania y allí comenzó otra etapa. Luego en 2005 le dieron el anillo de Beethoven y fuimos a tocar en el Philarmonie de Berlín y muchas otras ciudades de Alemania, incluyendo Bonn (la ciudad natal de Beethoven). Después de eso la orquesta no se detuvo y fuimos a muchos países, tocamos en los teatros y festivales más importantes de la música clásica en el mundo, cuando lo pienso ahora es increíble, fuimos a Asia, Países Nórdicos, Rusia... ¡lugares increíbles!. Además de la orquesta tocábamos con el Ensamble de Metales dirigido por el maestro Thomas Clamor de quien aprendimos muchísimo también, allí yo era solista con el euphonium o bombardino y me llenaba de emoción cuando venían los retos porque tuve la oportunidad de tocar solos muy importantes en salas increíbles y festivales de metales de nivel: son experiencias que te crean una condición y un temple diferente para afrontar una situación, aprendes “aprendiendo”. Nunca olvidaré ese concierto de West Side Story en el Carnegie Hall o La Consagración de la Primavera en el Acrópolis de Atenas, La Fanfarria de Giancarlo Castro que tocamos en el Festival de Manchester o haber ido a Bergen, Noruega...en fin al recordar me salta el corazón y me invaden las ganas de llorar de emoción por que viniendo de una familia humilde esto fue mucho más que una bendición, doy gracias cada día a mi Dios por haberme permitido vivir lo que viví, por ser venezolano y nacer en el tiempo en que nací, por la música y el trombón.
Sabemos que además de la música clásica, también tienes experiencia con la música moderna como el ska, la salsa o el jazz. ¿Cómo llegaste a estos géneros musicales? ¿Qué consejo darías a aquellos que quieren comenzar a estudiar estos tipos de géneros musicales?
Llegué a la música popular de manera natural porque un vecino me invitó a los ensayos de su grupo de salsa y desde que toqué en ese grupo no paré; yo era casi siempre el menor y eso era genial porque aprendía mucho de todos ellos, gente con mucha experiencia no sólo musical sino de vida. Un amigo contrabajista de la orquesta tenía un grupo de ska al que me invitó y se me abrieron muchas puertas, tuve siempre una debilidad por los sonidos del jazz así que escuchaba muchísimo. Luego conocí a mi gran amigo Gerald “Chipi” Chacón quien me mostró al pianista Bill Evans y allí mi cabeza estalló, fue un antes y después. Bill se ha convertido en un compañero de vida desde entonces y una de mis mayores influencias; comencé a tocar en el grupo de Gerardo Chacón (padre de Chipi) junto a grandes músicos y participamos en festivales muy importantes de Venezuela. Tuve experiencias de las que aprendí mucho en esos primeros años y así se presentaron las oportunidades de formar parte de muchas de las mejores agrupaciones de música popular de mi país en paralelo a mis estudios académicos y orquestales, grabaciones, etc; doy gracias a Dios por ello.
Mi consejo tanto para los jóvenes que comienzan a estudiar el trombón como para los avanzados y profesionales que tienen el interés en tocar otros géneros es que tomen siempre cualquier trabajo con el mismo respeto y amor, que estén siempre abiertos al aprendizaje y a escuchar a los que tienen más experiencia, que actúen con honestidad y sean genuinos porque la música no puede mentir. Más allá de la práctica y el estudio es vital tener un constante interés por el autoconocimiento y la superación, no solamente profesional sino personal y espiritual. Con el tiempo aprendemos que en las cosas pequeñas nos hacemos fuertes para lograr las grandes, partiendo de esa idea cada sesión de estudio o ensayo por pequeño que sea y en cualquier lugar es una nueva y gran oportunidad para crecer y aprender.
"Otros pequeños consejos básicos pero realmente importantes"
Dormir (no existe crema que regenere mejor los labios y los músculos), comer bien y lo más sano posible, hacer ejercicio (no necesariamente ser un experto levantador de pesas) pero sí mantener una condición física apropiada porque nuestro trabajo requiere de un esfuerzo físico importante...meditar, llenarnos de paciencia y amar todo cuanto nos suceda, reconocer que los tiempos difíciles también provienen de Dios, escuchar muchísima música siempre, dar siempre todo lo queramos recibir, leer (los libros son maestros que tenemos con nosotros), amar con todo el corazón y vivir un dia a la vez, perdón si parece una charla motivacional ¡jajaja! pero la verdad que se trata de la vida, tocar y hacer música es una actividad realmente humana, no sólo técnica, así que si queremos tocar mejor debemos aprender a vivir mejor.
En este punto de tu vida musical, ¿qué proyectos futuros recorren tu mente? Por último, ¿qué opinas del proyecto RET?
Profesionalmente tengo claro que quiero grabar muchos discos más, es algo que me emociona inmensamente, ya tengo mucha música para lo que será el segundo álbum, debo hacer el filtro para darle forma y comenzar con la preproducción. Gracias a todo lo aprendido en “Mirando de Lejos” tengo mucha más paciencia y claridad para ver lo que quiero y de qué manera recrear lo que imagino, este segundo disco será de música propia donde pienso auto dibujarme mediante sonidos: a medida que nos volvemos más analíticos e introspectivos vemos mejor lo que somos y nos sinceramos acerca de nuestra búsqueda, dirección y discurso. En paralelo a esto está el proyecto de grabar un disco de standards de jazz donde tocaré trombón, trompeta baja y quizás incluya algo con el euphonium, algo que es un gran reto. Tengo un repertorio de temas que me gustan muchísimo y suelo tocar en formato de cuarteto en los conciertos en vivo, es una selección que he ido haciendo de música que además de ser muy bonita presenta un compromiso técnico importante, es muy emocionante y debo prepararme fuertemente para ello.
El proyecto RET es ¡algo maravilloso tío!. He leído muchos de los artículos, la revista me parece muy completa ya que abarca desde comentarios y análisis sobre aspectos técnicos del trombón hasta información de concursos, etc. Ni hablar de las entrevistas, es muy interesante poder leer las experiencias, vivencias y opiniones de tantos grandes trombonistas, es como si estuvieras tomando un café con ellos y escuchando sus anécdotas, cosa que es genial porque cae de maravilla conocer el viaje que ha realizado una persona para lograr las cosas, se agradece mucho que exista un espacio como este donde todos podemos aprender y conocer otros puntos de vista, eso es invaluable. Es un gran honor para mi esta entrevista y estoy muy agradecido por la invitación, larga vida a la revista y ¡que Dios bendiga la música y el trombón!.
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