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André Lafosse (EL MAESTRO)


Este 2015 se cumplen 40 años del fallecimiento del gran André Lafosse, trombonista francés. 

Instrumentista de talento, pedagogo de renombre, ha dejado métodos, estudios, transcripciones que la mayoría de los estudiantes utilizan aún hoy día.

Una familia música

Nació el 13 de Marzo de 1890 en Marly-le-Roi, pequeña ciudad cerca de París. Su padre, corneta aficionado, dirigía la armoníamunicipal, su hermano tocaba el helicón y su hermana, como cualquier otra señorita de buena familia, tomaba clases de piano. En cuanto a Marcel, su hermano menor, haría carrera como trompetista en la Boston Symphony Orchestra.
El joven André trabajó primero en la construcción, oficio que le producía vértigo. Escuchó los consejos de un padre comprensivo y no tardó en dejar los tejados. Así pues, eligió el trombón, instrumento para el que estaba más capacitado.

Bajo la férula (poder) de Johannes Rochut

Para su educación musical, sus padres eligieron con mucho acierto a Johannes Rochut, uno de los mejores trombonistas de esa época y además excelente pedagogo. Severo, exigente, Rochut utilizaba procedimientos poco corrientes para expresar su desagrado cuando el alumno no le daba plena satisfacción: empezaba a pellizcarle el brazo con el fin de que el cerebro notase al mismo tiempo dolor y las críticas. Este procedimiento no le gustaba a André. Así que tuvo que buscar una maña para protegerse. Para ello le ayudó su madre, que le cosió trozos de cuero en los sitios estratégicos.

Clase de Louis Allard

Rápidamente le admitieron en el Conservatorio Nacional Superior de Música de París en la clase de Louis Allard. Ganó su primer premio en 1908, con 18 años, interpretando la "Pieza en Mib" de J. Guy Ropartz. Tras conseguir su diploma, se lanza a la vida profesional. 
En esa época, todas las estaciones balnearias poseían por lo menos una orquesta. Un buen músico encontraba fácilmente trabajo con retribución. Eso duró hasta 1914.
Primero camillero en el 36 regimiento de infantería, tuvo la mala suerte de ser encarcelado, y luego la suerte de que le hicieran auxiliar sanitario antes de encontrarse en las transmisiones, en donde permanecerá hasta el final de la Guerra.
En 1919, entraba en la orquesta de la Ópera Cómica, prosiguiendo normalmente sus actividades musicales e interesándose al mismo tiempo cada vez más por la pedagogía. Dos años después, pasa de la Ópera Cómica a la Ópera y empieza a escribir las primeras páginas de un método que le daría a conocer en el mundo entero.
En 1925, Louis Allard se jubiló y dos candidatos serios, André Lafosse y Henri Couillaud, ambos miembros de la orquesta de la Ópera, solicitaron su puesto. Quizá André Lafosse les pareciera un poco joven en relación con su rival, solista desde 1904, ya que fue éste último quién ganó la plaza.
André Lafosse siguió pues enseñando en provado, enriqueciéndose de este modo su expresión y su pedagogía a lo largo de los años. También dedicaba una buena parte de su tiempo de ocio a practicar deporte, faceta menos conocida de su rica personalidad. A este hombre cultivado que leía con facilidad los grandes autores italianos en el texto original, le encantaba el deporte. [...]

Profesor de CNSMP

En 1948, Henri Couillaud dejó el Conservatorio y André Lafosse presentó naturalmente su candidatura. Esta vez le nombraron sin problema ya que su notoriedad había llegado a ser reconocida.

- Tuve el honor (cuenta Jean Douay) de formar parte de su clase en 1955 a 1958 y recuerdo que era un hombre afable, puntual y muy cortés. Para llamarnos, siempre utilizaba el apellido. El nombre de pila le parecía muy familiar sin duda. Evidentemente, no podíamos llamarle de otra manera que "El Maestro" porque nos infundía respeto. El clima que existía en esos cursos era agradable a pesar del rigor del trabajo.

Cómo se desarrolla una lección

Siempre empezábamos con escalas que teníamos que tocar variando mucho el tirmo. En poco tiempo habíamos aprendido todas las tonalidades y posiciones que nos pedía.
También daba mucha importancia a los problemas de precisión.
Luego le recitábamos un gran estudio. Exigía la perfección. Si no conseguíamos contentarle plenamente, mantenía el mismo ejercicio hasta que quedase completamente asimilado. Así pues, había alumnos que pasaban semanas sobre las mismas páginas, otros al contrario, recorrían rápidamente varios cuadernos.
Jean Douay a la derecha
Los estudios técnicos y las transcripciones eran suyos, mientras que los estudios melódicos eran de Henri Couillaud. Por fin, al final del curso interpretábamos un concierto con acompañamiento de piano. Como todavía no existía clase para aprender a descifrar, el Maestro se encargaba personalmente de que llegáramos a dominar perfectamente esta disciplina reservando en cada curso un momento a este efecto.
También teníamos derecho a estudios especiales de pasajes virtuasísticos en ciertos períodos del año. André Lafosse solía ser más "técnico" que "melódico". Es verdad que sus críticas se referían poco a la interpretación. Dejaba que cada uno expresara el sentimiento musical a su manera y se preocupaba más bien de las posiciones elegidas, del respeto de los tempos, de la nitidez de los pasajes virtuosísticos o de la calidad del legato que, a su punto de vista, debía efectuarse articulando con la lengua y desplazando la vara lo más rápido posible.
- Cuando lo conocí, ya no tocaba su trombón regularmente y en clase sólo sacaba su instrumento del estuche para presentarnos un ejemplo preciso (por ejemplo el "Bolero" de Ravel).
Intentaba darnos a conocer todos los temas relativos a nuestro instrumento y dedicaba igualmente un curso para hacernos descubrir el trombón alto.
Cuando se presentaba un pasaje difícil en un concierto, componía un estudio sobre esa dificultad utilizando todas las formas constructivas que nos permitían superar el obstáculo.
Aunque el problema de la respiración (de la "columna de aire" como se decía entonces) estaba muy en boga en esa época, el Maestro nos hablaba poco de ello. Enseñaba el trombón fijándose en el alumno que tocaba y si alguien encontraba un problema específico, le dejaba que lo resolviese solo, obligándole a escuchar, observar y tratar de comprender.

Relaciones con sus alumnos

Las relaciones de André Lafosse con sus alumnos eran, para los que lo merecían, muy cortés. - Cuando preparaba mi carrera, varios de nosotros, entre 1956 y 1957 tuvimos que ir al ejército durante la guerra de Argelia. Escribíamos regularmente a André y sus cartas tan amables nos ayudaban a levantar el ánimo. Nos contaba detalladamente y de manera útil las actividades de la clase.

Se negaba a evolucionar

Convencido de la superioridad de los instrumentos con pequeño diámetro, no toleró nunca, salvo para los extranjeros, otros modelos en sus cursos. No se preocupaba nunca por la evolución y no quería ni hablar del trombón que llamaban "completo" o de diámetro mayor como los actuales trombones.
Precisamente durante esos años se estaban remodelando internacionalmente las definiciones del trombón. Nos confrontábamos con dos concepciones. La del Conservatorio que era esteriotipada y la de la actualidad profesional que era, al contrario, viva. Cuando lograba uno adaptarse a las exigencias de una y otra, no había problemas...

Jubilación

André Lafosse abandonó la enseñanza en 1960, pero no dejó de interesarse por esta actividad. Presenciaba escrupulosamente los concursos de fin de año, se enteraba de la emergancia de las nuevas generaciones y de su progresión. Poco locuaz, resumía en una pequeña frase su orgullo ante el éxito de algunos de sus antiguos alumnos. Así pues, dichos testimonios recobraban todavía más valor. Para él, eso era la prueba permanente de que había cumplido con su misión y representaba su merecida recompensa por el trabajo pedagógico.
El Maestro Lafosse falleció en Marzo de 1975, en vísperas de cumplir 85 años.

Jean Douay
Publicación Nº56 del Brass Boulletín




1 comentario:

  1. Muy bueno el artículo, seguro será de mucha utilidad para muchos jóvenes de hoy día, haciendo memoria de mi colección de Brass Bulletin, yo también leí este artículo hace años, el cual me encantó.

    Gracias Rafa por compartirlo.

    Saludos

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